ES UNA CRÓNICA DE MARTHA MEDEIROS, MUY REAL, CÓMICA, PERO REFLEXIVA TAMBIÉN.
ESPERO QUE LES GUSTE
Es
el sueño de toda chica, en esa época que se trasforma de chica a mujercita:
Dormir junto con su Romeo. Quizás ella ni haya encontrado
su príncipe aún, pero ya sueña en compartir las sábanas con él. Un hombre y yo
la noche entera, los dos protegidos por cuatro paredes. Ningún apuro, como solía
ser en el “Telo”, aquél escenario impersonal, de las duras penas de tener que
salir por la madrugada y volver a las casa de los padres. Ni hablar de la carpa
en el camping, toda aquella incomodidad, aquellos insectos que no estaban invitados.
Nada de siestitas en la hamaca, de romance adentro del auto, de rapiditas en el bosque. Eso todo hace parte de anécdotas
de la adolescencia, cuando estamos a punto de bala e todo vale. Lo bueno mismo es dormir en una cama doble
plaza, con derecho a ocho horas de sueño e intimidad.
Cásate
y lo verás. Compartir el mismo colchón tiene
sus ventajas, evidentemente, y no solamente
las que tu estas imaginando. Es tan lindo meter los pies en medio a las piernas
del otro, principalmente cuando hace 2ºC allá afuera. Qué lindo cuando el otro
se levanta para tomar agua y te trae uno a vos también. Es tan lindo tener alguien
a quien pedir que averigüe un ruido raro en el living. Es tan lindo tener alguien para
abrazar sin segundas intenciones, sin erotismos, solamente por el cariño,
solamente por el calor.
Es
una lástima que no sea siempre así.
El amor es ciego pero no sordo: tu príncipe ronca. Tú no ronca, pero hablas dormida.
El amor es ciego pero no sordo: tu príncipe ronca. Tú no ronca, pero hablas dormida.
El
silencio exigido después de una cierta hora es roto por gruñidos, y ruidos cavernosos. O por
confesiones desencontradas, gritos de pesadillas. Uno se creé que hace muchos
ruidos despiertos, pero es cuando uno entra en el mundo de los sueños que el lio
empieza.
Sí no es el ronquido que le quita el sueño a la pareja es el termostato. Ella quiere tres frazadas apenas empieza el mes de marzo. Él hasta se pone una colcha a pleno invierno y nieve. Ella se pone para dormir con pijama largo y medias y una caja de pañuelitos descartables en la mesita de luz. El entra en la cama, como nasció, y prende el aire para refrescar la pieza, no le importa la estación del año. Enamorados de día, y archí enemigos en la madrugada.
El quiere la ventana abierta, ella la quiere cerrada. El quiere las frazadas sueltas, ella le gusta que todo esté bien preso a la cama.
Sí no es el ronquido que le quita el sueño a la pareja es el termostato. Ella quiere tres frazadas apenas empieza el mes de marzo. Él hasta se pone una colcha a pleno invierno y nieve. Ella se pone para dormir con pijama largo y medias y una caja de pañuelitos descartables en la mesita de luz. El entra en la cama, como nasció, y prende el aire para refrescar la pieza, no le importa la estación del año. Enamorados de día, y archí enemigos en la madrugada.
El quiere la ventana abierta, ella la quiere cerrada. El quiere las frazadas sueltas, ella le gusta que todo esté bien preso a la cama.
El quiere tres almohadas de pluma solo para el, ella duerme sin ninguno
por que tiene problema en la columna. El tiene el sueño liviano, apenas ella
estornuda y el se despierta. Ella duerme como un tronco, quizás se despierte
con el alarma de los bomberos. El se da vueltas en la cama toda la noche, ella
parece una momia. A el le gusta mirar en la cama un programa de fin de noche en
la tele, ella le gusta leer. El deja sus medias tiradas en el piso de la pieza.
Ella apenas se cepilla los dientes ya se pone 5 gotas de su mejor perfume. Ella
se porta como una Diosa, el un tanto bruto y mientras no están haciendo el
amor, sueñan con una cama king size hasta que dos habitaciones los separe.
Martha Medeiros