El
primer día en la universidad nuestro profesor se presentó y nos pidió que
procuráramos llegar a conocer a alguien a quien no conociéramos todavía. Me
puse de pie y miré a mi alrededor, cuando una mano me tocó suavemente el
hombro. Me di la vuelta y me encontré con una viejita arrugada cuya sonrisa le
alumbraba todo su ser. 'Hola, buen mozo. Me llamo Rose. Tengo ochenta y siete
años. ¿Te puedo dar un abrazo?
Me
reí y le contesté con entusiasmo: '¡Claro que puede!' Ella me dio un abrazo muy
fuerte.
'¿Por
qué está usted en la universidad a una edad tan temprana, tan inocente?', le
pregunté. Riéndose contestó: 'Estoy aquí para encontrar un marido rico,
casarme, tener unos dos hijos, y luego jubilarme y viajar.'
'Se
lo digo en serio', le dije. Quería saber qué le había motivado a ella a
afrontar ese desafío a su edad.
'¡Siempre
soñé con tener una educación universitaria y ahora la voy a tener!', me dijo.
Después de clases caminamos al edificio de la asociación de estudiantes y
compartimos un batido de chocolate. Nos hicimos amigos enseguida. Todos los
días durante los tres meses siguientes salíamos juntos de la clase y hablábamos
sin parar. Me fascinaba escuchar a esta "máquina del tiempo".
Ella
compartía su sabiduría y experiencia conmigo. Durante ese año, Rose se hizo muy
popular en la universidad; hacía amistades a donde iba. Le encantaba vestirse
bien y se deleitaba con la atención que recibía de los demás estudiantes. Se lo
estaba pasando de maravilla. Al terminar el semestre le invitamos a Rose a
hablar en nuestro banquete de fútbol.
No
olvidaré nunca lo que ella nos enseñó en esa oportunidad. Luego de ser
presentada, subió al podio. Cuando comenzó a pronunciar el discurso que había
preparado de antemano, se le cayeron al suelo las tarjetas donde tenía los
apuntes.
Frustrada
y un poco avergonzada se inclinó sobre el micrófono y dijo simplemente,
'disculpen que esté tan nerviosa. Dejé de tomar cerveza por cuaresma y ¡este
whisky me está matando!'
'No
voy a poder volver a poner mi discurso en orden, así que permítanme simplemente
decirles lo que sé.' Mientras nos reíamos, ella se aclaró la garganta y
comenzó: 'No dejamos de jugar porque estamos viejos; nos ponemos viejos porque
dejamos de jugar. Hay sólo cuatro secretos para mantenerse joven, ser feliz y
triunfar.'
'Tenemos
que reír y encontrar el buen humor todos los días.'
'Tenemos
que tener un ideal. Cuando perdemos de vista nuestro ideal, comenzamos a morir.
¡Hay tantas personas caminando por ahí que están muertas y ni siquiera lo
saben!'
'Hay
una gran diferencia entre ponerse viejo y madurar. Si ustedes tienen diecinueve
años y se quedan en la cama un año entero sin hacer nada productivo se
convertirán en personas de veinte años.
Si
yo tengo ochenta y siete años y me quedo en la cama por un año sin hacer nada
tendré ochenta y ocho años.
Todos
podemos envejecer. No se requiere talento ni habilidad para ello. Lo importante
es que maduremos encontrando siempre la oportunidad en el cambio.'
'No
me arrepiento de nada. Los viejos generalmente no nos arrepentimos de lo que
hicimos sino de lo que no hicimos. Los únicos que temen la muerte son los que
tienen remordimientos.'
Terminó
su discurso cantando 'La Rosa'. Nos pidió que estudiáramos la letra de la
canción y la pusiéramos en práctica en nuestra vida diaria.
Rose
terminó sus estudios. Una semana después de la graduación, Rose murió
tranquilamente mientras dormía. Más de dos mil estudiantes universitarios
asistieron a las honras fúnebres para rendir tributo a la maravillosa mujer que
les enseñó con su ejemplo que nunca es demasiado tarde para llegar a ser todo
lo que se puede ser.
( recibido por internet)
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